miércoles, 10 de septiembre de 2008


Otoño de 1942 , en la carcel de Palma de Mallorca está todo listo para devolver al redil a la oveja descarriada. Matilde Landa; roja y jefa de rojos, atea convicta y confesa, será convertida a la fé catolica y recibirá el santo sacramento del bautismo. La arrepentida se incorporará al rebaño del Señor y Satanás perderá a una de las suyas.
El obispo y el gobernador civil esperan ansiosos, pero se hace tarde y Matilde no aparece, preguntan a las presas pero ninguna la ha visto. Nadie se percata que está en la azotea, desde donde se arroja. Su cuerpo cae al patio de la prision y muere en el acto, nadie se mueve. El ovispo se acerca, hace la señal de la cruz, lee una pagina de los evangelios, exhorta a Matilde a renunciar al Mal, recita el credo y toca su frente con agua consangrada. Todo esto ante el cadaver de una mujer que prefirió morir antes que renunciar a sus convicciones.

6 comentarios:

Sibyla dijo...

Soy de las que pienso que antes morir, que vivir habiendo traicionado uno sus propias convicciones...

Una mujer consecuente con sus ideales!

Besitos Runas:)

Unknown dijo...

Opino como Sibyla, traicionar por lo que vives es estar muerta.
Un abrazo Runas
MJ

Unknown dijo...
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Pedro Estudillo dijo...

Una vida indigna, ¿se puede llamar vida?
esos valores son difícil de encontrar hoy en día.
Un abrazo.

Caselo dijo...

Fuerte, conmovedora y valiente esa mujer. Un beso amiga

Carlos Eduardo

¿Escritora o escribidora? dijo...

Una cosa es decir que tenemos ideas...

Otra muy distinta es tener la valentía de vivir y hasta morir por ellas....

Estoy justo con un libro de la guerra civil... y uufff.. duele leerlo

Un abrazo